Iruña-Veleia es un yacimiento arqueológico en el municipio de Iruña de Oca, a unos 10 km al oeste de Vitoria (Álava), conocido por poseer los restos más importantes de época romana encontrados en todo el País Vasco.
Aunque no hay a día de hoy ninguna inscripción antigua donde figure su nombre, la mayoría de los investigadores suele identificar este yacimiento con la ciudad caristia de Veleia, mencionada por varias fuentes literarias antiguas como Plinio y Ptolomeo.
Este poblado fortificado, del tipo llamado oppidum, constituía en época romana un punto destacado en el itinerario de la calzada que iba de Astorga a Burdeos (la llamada Ab Asturica Burdigalam).
Los orígenes del poblamiento del enclave de Iruña-Veleia se remontan a la Edad del Bronce (el primer milenio a. C.), y su ocupación llega hasta el siglo V d. C., contando también con evidencias tardoantiguas y medievales.
Tras la ocupación romana de la región, será hacia mediados del siglo I d. C. cuando se produzca el esplendor del oppidum de Iruña-Veleia. En este período algunas de las domus se rehacen con mayor tamaño y se construyen al mismo tiempo espacios y edificios públicos, utilizándose en las construcciones pavimentos de mosaico. En el siglo II la ciudad ocupa unas 80 ha.
Desde finales de siglo III a mediados del IV d. C., con la crisis económica que afecta al Imperio Romano, se fueron abandonando edificios antes ocupados y se construyó una muralla, última gran obra pública de Veleia, en cuya fabricación se emplearon materiales reaprovechados procedentes construcciones anteriores (tambores de columnas, inscripciones, aras…). Su perímetro delimitaba una ciudad de algo más de 10 ha, lo que nos indica que por aquellas fechas la ciudad había reducido considerablemente su tamaño de manera.
En el siglo IV se experimentará una cierta recuperación de la ciudad, pero algunas áreas ocupadas por antiguos edificios públicos pasan a ahora ser ocupadas por casas particulares y talleres artesanales.
Las últimas evidencias arqueológicas claras que ofrece la ciudad pertenecen a enterramientos de finales del siglo V d. C., realizados en espacios de habitación anteriormente abandonados, y no hay demasiados datos sobre la evolución de la urbe entre el final del Imperio y la Baja Edad Media, momento en que sí sabemos que había instalado allí un priorato de la orden de San Juan (del siglo XIV).
Pero, a pesar de los restos de sus construcciones y de hallazgos arqueológiocos y artísticos importantes, si por algo ha llamado la atención de los medios de comunicación este yacimiento ha sido por unos “increíbles” hallazgos que se dieron a conocer públicamnte en el año 2006, y que venían a revolucionar los conocimientos que se tenían sobre la difusión del Cristianismo en España y el País Vasco, y los orígenes del euskera.
Como digo, fue en junio de 2006 cuando aparecieron en los medios de comunicación una serie de inesperados hallazgos, tildados de “excepcionales”, efectuados por el equipo de arqueólogos dirigido por Eliseo Gil, y que consistían en una serie de más de 200 ostracas (piezas de cerámica con inscripciones), que en este caso tenían grabadas palabras en latín, en euskera y jeroglíficos egipcios, así como la representación de una crucifixión de Cristo, y que fueron datadas entre los siglos III y VI d. C. Lógicamente, los hallazgos produjeron de inmediato el asombro de filólogos, arqueólogos e historiadores, y trajeron consigo una gran polémica.
He aquí con más detalle una descripción somera de los hallazgos más espectaculares efectuados:
- El Calvario vasco. En un fragmento cerámico de unos 10 cm2 se había representado un Calvario, la escena de Jesús crucificado en el monte Gólgota, junto a los ladrones Dimas y Jestas, acompañados por dos figuras que parecían corresponderse con la Virgen y San Juan. En el grabado, el epitafio que aparece en la parte superior de la cruz de Cristo es RIP (requiescat in pace = descanse en paz), cuando en realidad debería ser INRI, pues RIP implicaría la muerte de Cristo, algo que es contrario a la fe y ala doctrina cristianas. El Calvario fue fechado en el siglo III por el equipo de excavación dirigido por Eliseo Gil, lo que lo convertiría en un Calvario tres siglos más antiguo que el descubierto en las catacumbas de Roma, datado en el siglo VI, y que era considerado, hasta ese 2006, la representación de Jesús crucificado más antigua del mundo. Esta pieza de Veleia apareció junto a otros dibujos de crucifixiones de dioses paganos y textos cristianos del tipo Pater Noster.
- Un latín lleno de irregularidades. Las inscripciones latinas de las ostracas del yacimiento presentan muchas particularidades que han hecho dudar a los investigadores de sus autenticidad, pues, por ejemplo, usan elementos del lenguaje moderno que no existen en el antiguo latín antiguo (signos de puntuación, comillas, mayúsculas al comienzo de frase, signos de equivalencia, uso de /Ζ/ o /Ј/, palabras de origen moderno, uso de fonemas modernos, etc.).
- Jeroglíficos con nombres imposibles. Los jeroglíficos egipcios, que tampoco se corresponden con lo que se esperaría en dicha escritura y que además no tienen ninguna lectura lógica, están acompañados por transcripciones latinas que son anacrónicas, imposibles en el siglo III. Estos supuestos signos jeroglíficos egipcios y grafías en latín hacen referencia a hechos históricos del Egipto del siglo III, y algunos de los nombres que aparecen en las inscripciones, como Nefertiti y Nefertari, son en realidad adaptaciones convencionales del siglo XIX de los nombres de los personajes históricos, hechas con el fin de facilitar la pronunciación de los nombres egipcios entre un público occidental que posee una fonética muy diferente de la propia de la familia camito-semítica, a la que pertenecía el egipcio antiguo.
- Un euskera pre-euskera parecido al actual. Las expresiones en euskera encontradas en las inscripciones de Veleia eran reconocibles, pues tenían un sorprendente parecido con el euskera actual. Asimismo, tenían la particularidad de adelantarse en varios centenares de años a los primeros escritos conocidos redactados en esta lengua, lo que vendría a indicar que los pueblos prerromanos que ocupaban esas zonas, los várdulos y los caristios, hablaban vasco. Este hecho acabaría con el debate surgido en torno al tema de una vasconización tardía. Las ostracas en euskera fueron también datadas entre los siglos III y VI, y muchas de ellas se caracterizaban por tener una temática cristiana.
Ante la polémica suscitada por los espectaculares descubrimientos, una comisión de expertos establecida por la Diputación Foral de Álava para evaluarlos determinó finalmente en 2008 la falsedad de los mismos. La misma Diputación revocó entonces la licencia de excavación a la empresa encargada de las excavaciones del yacimiento, Lurmen S. L., que actuó bajo la dirección de Eliseo Gil. También se solicitó al Ministerio Fiscal que analizase los hechos por si fueran constitutivos de delito. Ante estas acusaciones de falsificación, Lurmen S. L. estudió presentar una querella criminal por injurias y calumnias, mientras que el propio Eliseo Gil rechazaba las conclusiones de la comisión y seguía manteniendo la autenticidad de lo descubierto.
El mismo año, la Diputación Foral denunció ante la fiscalía de Vitoria a la empresa Lurmen S. L. por un presunto delito de ataque al patrimonio cultural, y ya en 2009 anunció la apertura paralela de un expediente administrativo sancionador a dicha empresa.
A mí, más allá de lo sorprendente y fraudulento de los hallazgos de Iruña-Veleia, esta historia hace que me plantee cómo un arqueólogo profesional puede verse conducido a efectuar este engaño, un burdo engaño, que está desde su inicio condenado a ser destapado con facilidad por la comunidad científica, y a poner en juego su propia credibilidad investigadora en el presente y en el futuro.
¿Qué movió a Eliseo Gil y a los miembros de su equipo a grabar -ya en el tecnológico siglo XXI- fragmentos cerámicos romanos con inscripciones y grabados falsos y fácilmente identificables a poco que se estudiaran con cierta profundidad? ¿Quiso quizá convencer a muchos nacionalistas sobre la veracidad de los presupuestos teóricos y filosóficos en los que se asienta su ideología? ¿Quiso hacer pensar que había demostrado la remota antigüedad del euskera y la temprana difusión del Cristianismo en el País Vasco? ¿Quiso tal vez que se creyese que los primeros pobladores “vascos” de esa región tuvieron contacto con pueblos que hoy se consideran custodios de la antigua sabiduría, como los egipcios? Sinceramente, la respuesta se me escapa.
Parece un artículo del año 2008, desde entonces se han presentado 16 informes científicos que avalan la autenticidad de los grafitos:
http://www.sos-irunaveleia.org/informes
Se han recogido más de dos mil firmas para que se hagan análisis y excavaciones controladas:
http://www.sos-irunaveleia.org
Dos querellas contra Lurmen de Eusko Tren y Eusko Trenbide Sareak han sido archivadas “porque no probaban nada”.
Julio Nuñez que firma dos informes denunciadores de falsedad, fue nombrado nuevo director de Iruña Veleia y lo primero que hizo fue arrasar 8.000 M2 de yacimiento con una excavadora, para buscar ostrakas que son de dos centímetros.
Buenas….
Claramente amigos estamos ante un uso o mejor dicho, mal uso de la historia con fines propagandísticos e ideológicos. La Historia a lo largo del tiempo ha sido falseada y mitificada según la conveniencia de los autores o de los vencedores.
La verdad es que este caso no es excepcional. Muchos yacimientos arqueológicos falsean sus restos para darles más importancia y así obtener una buena financiación para su posterior explotación.
Es detestable que gente denominada “arqueóloga” falsee la realidad.
Un saludo
Curioso tema por no ponerle otro calificativo. Como bogomilo sabe, algo se habló de esto en la asignatura de lniciación a la Investigación en CCSS.
He tenido la suerte de visitar este yacimiento y es impresionante, con restos muy bien conservados (llaman la atención sus murales, algunos de ellos casi completos). Además, aún queda mucho por excavar.
Allí conocí a un grupo que se dedica a la reconstrucción histórica de época tardo-romana. Son gente de la zona que también colabora en la excavación y que seguro no tiene nada que ver con este chanchullo ya que saben algo de historia y no creo que a nadie que tenga la más mínima idea de arqueología se le ocurra hacer tal barbaridad/idiotez. Lo digo porque no piensen que todo el mundo en Euskadi son tan cerrados como para negar la evidencia de la romanización de la zona y su posterior vasconización, aunque, como se ve en este caso, haya mucha gente interesada en decir lo contrario.
En fin antes se coje a un mentiroso que a un cojo, sobre todo si miente tan mal.
No conozco a Eliseo Gil más que por lo que he leído sobre él, pero no le tengo por una persona que no sepa de arqueología, sino por una persona que controla en este campo, y es por eso por lo que no llego a explicarme cómo su equipo y él pudieron llegar a realizar este fraude.
Quizás no sea así pero un licenciado en historia que trabajó como arqueólogo en Veleia con Eliseo Gil, al preguntarle yo por el affaire, no sé qué me contó de que Eliseo era una persona razonable y normal…hasta que le dejó su mujer. Que empezó con malas compañías, incluso drogas…y que ahí empezó a manipular las pruebas.
Según me contó esta persona, cuando encontraban los restos, no había ni dibujos, ni palabras ni nada. Por mucho barro y suciedad que tuvieran las piezas, se habrían visto. Luego, cuando los traían de limpiar en barracones que estaban allí mismo, aparecían, para sorpresa de todos, las inscripciones.
Este hombre con la que coincidí por tres meses, me pareció una persona sensata y noble (y por cierto, nacionalista)…no me lo imagino mintiendo.
La politización de la historia es lo peor. Pero no sólo politizan la historia los nacionalistas vascos, también los españolistas. Los dos extremos son incorrectos.
Yo tampoco me explico el fraude, ¿Qué fraude? No busques fraudes en los indefensos, como el Cireneo, obligado a llevar la cruz de Cristo en este “Primer Calvario vasco”. ¿Primer Calvario? O el fefinivo, el último frente a los romanos, los imperialistas. Busca entre ellos, entre los fraudulentos del poder, de la mentira, del asesinato de un pueblo crucificado, es decir, del mismo Cristo.
¡Joder…!¡Y yo aquí tan tranquilo!