Al Maestro Oscuro no le toca nadie los cojones.
Uno de esos fines de semana en que con sus malignos conjuros trajo de nuevo la lluvia sobre Gromo, decidió acudir por la tarde a una sesión de cine para ver la “película de moda”: Ocho apellidos vascos. Asistió al evento acompañado de algunos de sus mejores amigos: su fiel lacayo el Mono Zombi, el Delegado en Alemania de la Orden del Maestro y también el Cura O´Connor, un viejo exsacerdote irlandés, alcohólico, excomulgado y “amigo de los niños”, muy aficionado como el Maestro a las prácticas satánicas y que ahora se encuentra exiliado en Gromo.
Como ya había pasado tiempo desde el estreno de la película y ya habían acudido las “manadas” a verla, ese día la sala del cine estaba prácticamente vacía y los miembros de este “Eje del Mal” allí reunidos se sentaron en butacas contiguas, dispuestos a disfrutar de la proyección. Pero desafortunadamente para el Maestro, cuando las luces ya se habían apagado un tremendo cabezón entró en la sala y, pese a la disponibilidad de butacas, se le fue a sentar justo delante, impidiéndole totalmente la visión.
Pero, claro, no iba a serprecisamente aquel individuo el que le tocase los cojones al Maestro… ¡Mawashi geri que te crió!
Jajajaja espero que la experiencia del “cabezón” delante no esté basada en hecho reales. Como siempre en sus dibujos, geniales los pequeños detalles, como el ave con gafas de Cinesa o el ciruelo de la última fila.
Pues, hombre, alguna vez me ha tocado alguno delante, pero nada comparado con lo que le pasa en esta aventura al Maestro.
Me alegro de que le haya gustado.