Sucede en ocasiones en este blog que a la hora de la crítica cinematográfica se acumulan muchas películas. Bueno, puesto esto ha vuelto a pasar.
Y puede suceder también -y de hecho sucede- que algunas de las películas que me dispongo a comentar ya no pueda usted verlas en las salas. Pero que nadie se preocupe, pues, en general, no se han perdido ustedes gran cosa, y ya saben que siempre pueden recurrir a la tienda pertinente, a su videoclub, al top-manta o a las gratuitas descargas de Internet.
Nueva vida en Nueva York nos cuenta la historia de Xavier, un escritor francés, esencialmente buena persona, que en plena separación matrimonial, decide cambiar de vida y trasladarse a la Ciudad de los Rascacielos siguiendo los pasos de su exmujer para poder así estar más cerca de sus hijos. Ella ha conocido a un rico estadounidense con el que vive con todas las comodidades, pero Xavier llega casi sin nada, lo que le obligará a buscarse la vida con la ayuda de una antigua amiga que también reside en la ciudad. Ésta, lesbiana a la que Xavier ha donado cortésmente un poco de su “asunto” para que pueda ser madre, vive con su pareja, pero acoge a Xavier mientras éste busca trabajo y trata de solucionar los problemas derivados de su separación. Finalmente, consigue un piso en el Barrio Chino y hasta un trabajo, y su vida parece recomponerse tras la visita que desde Francia le hace una exnovia.
Aunque no estamos ante ninguna película grandiosa, ciertamente, en lo positivo podemos decir que ofrece una reflexión sobre la vida (y sus complicaciones), una pequeña radiografía de la vida en Nueva York y, por extensión, del American Way of Life de aquellas personas que viven en la Down Town. Y un detalle más: a Xavier, en algunos momentos de alucinación, le visitan para darle consejo sobre la vida (a la que llega a definirse como un “rompecabezas chino”) Schopenhauer y Hegel. ¡Casi nada!
De Maléfica poco diré. Es una película para niños, con hermosos paisajes de cuentos de hadas, y es que, realmente, es, en sí misma, un cuento de hadas. De hecho, está inspirada (y explícitamente se indica en los títulos finales) en el conocido relato de La Bella Durmiente.
Maléfica es un hada que conoce en su adolescencia el amor humano, pero con el tiempo será traicionada por aquél que pensaba que la amaba. Debido a esa traición, el traidor se convertirá en el rey de un reino que ha declarado la guerra al “mundo de las hadas”, y Maléfica, convertida en un hada oscura, lanzará para vengarse una “terrible” maldición contra la hermosa hija del rey.
Ya iba tocando ver una película de ciencia-ficción, y aunque no sé si será éste una opinión compartida por muchos de los que hayan acudido a verla, lo cierto es que me gustó Al filo del mañana.
Piensen en un futuro no muy lejano y en una invasión alienígena de la Tierra; una invasión que ha terminado con la humanidad en gran parte de Europa y que amenaza el resto del mundo. Piensen ahora en uno de esos militares burócratas, en uno de esos altos mandos que no dudan en planificar estrategias militares o en enviar “carne de cañón” a la guerra desde sus despachos, pero que son los que, con frecuencia, se terminan colgando las medallas.
Pues bien, éste sería en un principio el caso del protagonista, el coronel Bill Cage (Tom Cruise), quien, sin embargo e inesperadamente, desde el Reino Unido (país que todavía resiste la conquista extraterrestre) es destinado de la noche a la mañana a participar en un peligroso desembarco de tropas en Francia (una clara reminiscencia del Desembarco de Normandía). Sin preparación militar, en esta batalla que decidirá el destino de la guerra, el coronel Bill no tarda en morir a manos de un “mimético”. Pero el alien, al morir, le transmite un don a través de su sangre extraterrestre: la posibilidad de “reiniciar” indefinidamente el mismo día de su muerte. Así, a partir de entonces, recaerá en Bill y en la relación que entabla con una especie de “Juana de Arco” del futuro, la tarea de salvar a toda la humanidad.
Como ven Tom Cruise se está especializando últimamente en este tipo de películas de ciencia-ficción, un tanto extrañas, con extraterrestres de por medio, y donde las paradojas temporales son fundamento indispensable de la trama. Me viene a la cabeza ahora la “reciente” Oblivion. ¿Será por la influencia sobre Tom de la ciencia-ficción de Hubbard?
Las dos caras de enero (basada en una obra de Patricia Highsmith) nos cuenta, con una evidente influencia de El talento de Mr. Ripley, la historia de una pareja de estadounidenses de viaje por Grecia y que, durante su estancia en Atenas, conoce de forma casual a un joven estadounidense (o griego-estadounidense) que reside en el país y que, casi de súbito, y a pesar de una cierta desconfianza inicial, se convierte en guía y acompañante durante sus últimos días de estancia. El joven es un personaje que ciertamente parece poco de fiar (y, de hecho, pronto apreciamos que se siente atraído por la mujer del matrimonio); pero al poco descubrimos también que la pareja parece ocultar algunos turbios asuntos. Y serán éstos los que llevarán finalmente a los tres a compartir un trágico destino común. Desconfianza, infidelidad, turbios asuntos y hermosas localizaciones de Grecia se mezclan en este thriller que, sin ser una maravilla, es agradable de ver. Verdaderamente, se podría haber sacado más provecho del paisaje y de las ruinas que aparecen, pero, como digo, el producto no está del todo mal.
¿Qué es la consciencia? A esta pregunta no responde la última película protagonizada por Johnny Depp, que, en todo caso, sí utiliza la idea de la existencia de una consciencia como viable con independencia del cuerpo.
Hemos visto, por otra parte, en numerosas ocasiones ejemplos de películas que parten de buenas ideas para elaborar sus argumentos, pero que han fallado precisamente en esto: en el desarrollo. Y éste creo que es precisamente el caso de esta Transcendence, cuya idea de partida creo que podría haber dado mucho juego y haberse utilizado incluso para materializar una aceptable película de terror, pero aquí el resultado es un producto que se queda a medio camino de la nada.
Un hombre, Will (Johnny Depp), famoso programador informático (o algo así) y su mujer aprovechan algunos de los nuevos descubrimientos acaecidos en el campo de la transferencia de consciencia para intentar hacer que él perviva de alguna manera una vez muerto. Así, su mujer consigue introducir la consciencia de Will -que ha sufrido un atentado por parte de un grupo terrorista contrario a cualquier progreso tecnológico- en un ordenador y desde ahí difundirla por toda la Red de Redes. Pero para muchos tanto esto como los experimentos biológicos y nanotecnológicos que el nuevo Will virtual comienza a llevar a cabo lo convierten en realidad en una amenaza para toda la especie humana. Ahora allgunos de sus antiguos colegas de investigación llegarán a aliarse con el grupo terrorista antitecnológico con el fin de intentar frenar los planes de esa “peligrosa” consciencia informática. Y a partir de ahí… el disparate: ataques sin sentido con fuego de mortero, persecuciones absurdas que terminan evaporándose…, y un final muy poco trabajado. Película, por tanto, bastante pocha, y hasta un poco desperdicio, aunque, al menos, no me dormí viéndola.
Buena película para amenizar una lluviosa tarde de domingo en Antena 3 podría ser Mi otro yo, dirigida por Isabel Coixet y que, si no me equivoco, está rodada en Gales.
Con ella estamos ante una historia de “doble”, ese Doppelgänger, que es nuestro reverso maléfico, pero que en este caso termina desembocando en una historia de fantasmas bastante convencional. Por lo que respecta a su argumento, una adolescente que aparentemente tiene una vida feliz junto a su familia, comienza, cuando su padre es diagnosticado con esclerosis múltiple, a sufrir terroríficas visiones y a sentirse perseguida por “algo” que parece mostrarse hostil hacia ella y que termina por hacerle rozar el umbral de la locura. Al mismo tiempo, aparecen problemas que amenazan la unidad familiar y también testimonios de gente que afirma haber visto a la joven en lugares donde ella sostiene no haber estado…
Atentos al toque Dale Cooper del final.
Pero no diré más, porque no quiero destriparla, no vaya a ser que la pongan este próximo fin de semana en Antena 3.
Menos mal que hay varias películas que se dejan ver para estos días de lluvia.