El pasado sábado, 23 de septiembre, ha fallecido nuestro querido amigo el historiador, periodista y profesor Jesús Gutiérrez Flores. Expresar la tristeza que nos produce este hecho (como siempre que se nos marcha para siempre un familiar o un amigo cercano) no resulta fácil hacerlo en este breve escrito.
Jesús se encontraba estos días en plena campaña de presentación de su último libro, centrado en uno de los temas a los que dedicó con pasión gran parte de su vida como investigador: la Guerra Civil española.
Para este blog, podría decir que, de alguna manera, fue un colaborador más, gracias a todas las informaciones que nos regaló y por atender tan amablemente las solicitudes que se le hicieron desde él.
A Jesús tuve la fortuna de conocerlo hace unos nueve años, y, si no recuerdo mal, la primera vez que nos encontramos -por mediación de nuestro amigo común Antonio Martín- fue en la ya desaparecida cafetería Lisboa de El Sardinero. Puedo decir que desde el primer momento empaticé con él.
De Jesús siempre me quedará en el recuerdo la imagen de una “buena persona en el sentido machadiano de la expresión”, de un hombre educado y de amena y alegre conversación, de un compañero de viaje en el sentido estricto de la palabra, y de un hombre volcado en sus investigaciones, alguien que siempre que pudo ayudó a todo aquel que le pedía algún dato sobre familiares desaparecidos en la guerra. Permanecen ahora su obra y su recuerdo.
De él siempre he aprendido, y a él le he querido con un cariño especial.
Se ha marchado un amigo. Desde aquí solo me queda enviarles un abrazo y darles mucho ánimo a todos sus familiares.
Siempre te recordaré, Jesús.
Enorme enorme pena y disgusto cuando supe la triste noticia. A pesar de que siempre permanecerá en el recuerdo, aparte que le encontraremos en sus libros, hoy el mundo de todos los que le conocimos y quisimos es más pobre, falta una persona buena.
Mi sentimiento está con los suyos, con Antonio y Fernando… contigo.
Un abrazo.
Triste noticia, incluso para los que no tuvimos la oportunidad de conocerle personalmente, pero sí que nos acercamos más de una vez a su obra. Como siempre digo en estos casos, siempre nos quedará lo que escribió como memoria de su trabajo y a sus amigos y personas más cercanas les deja su recuerdo, que es lo más importante.
Un abrazo.
Desde que recibí la trágica noticia no he dejado de recordar y añorar el viaje en bicicleta por el Danubio, cargado de anécdotas y ritos «iniciáticos»; los ratos de gozo al calor de una cena y una botella de vino compartida con otros amigos, las incursiones al monte con alumnos o con amigos, las lecciones recibidas sobre su gran pasión histórica en torno a la guerra civil, las intensas conversaciones peripatéticas sobre ésta y otras pasiones compartidas de historia, política o educación….. En suma, no dejo de recordar esa cara de buen hombre que resalta David y me hacen añorar a un amigo. Un amigo del que hemos perdido su presencia física, pero nunca su valiosa y entrañable memoria.